Por Juan Tomás Valenzuela
El denuedo que designa
con el nombre de Pechito,
ese refugio maldito
de aquella claque maligna,
lo convierte en buque insignia
de una cultura avezada,
donde buenos para nada
ligados al raterismo,
profesan dolo y cinismo
desde todas sus bancadas.
El partido que Juan Bó
construyó con tanto altruismo,
que dió clases de civismo
con las que me eduqué yo,
al morir quien lo fundó
fue dejado a la deriva.
Volviendo causa pérdida
la enseñanza de este “ovejo”
al llegar dos locoviejos
con angurria desmedida.
A la “Casa de Bastidas”
del polígono central,
la acaban de titular
con él nombre de un suicida.
Si esto no es causa pérdida,
que me definan que es.
Porque no quiero después
de esta denominación,
que se designe “Rondón”
a la Casa del Tostado,
o que alguien nombre “Conrado”
a un tramo del malecón.
Usar nombre de proscritos
para definir las cosas,
es una cultura odiosa
que se inventó el erudito.
Por nombrar a Pechito
(que no sea a una prisión)
es una abominación
para las clases futuras,
que tendrán como cultura
el dolo y la corrupción.
Juan de los Palotes
16 diciembre 2021